Tierra de tradiciones donde la historia perdura
Según se cita en el año 1143 en el Fuero de Roa el topónimo actual derivaría de Val de Ozate, por ello se puede suponer que su origen es anterior al siglo XII, ya que a mediados de ese siglo el pueblo ya contaba con entidad suficiente como para aparecer en el fuero. Valdezate es un claro ejemplo del proceso de ordenación del territorio que tuvo lugar en esta zona a medida que la misma se fue integrando en el Condado de Castilla a lo largo del siglo X y sobre todo a partir del siglo XI. Hasta el siglo XVII no consiguió el título de villa cuando fue comprado por el conde de Miranda que poseía la propiedad del municipio.
En el punto más alto se levanta la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora, dominando el caserío y los campos de labor que aportan el sustento a la comunidad. En su fábrica no se aprecian trazas anteriores al estilo gótico inicial (siglo XIV), si bien no es descartable que se levantara sobre un edificio previo. Cuenta con dos buenos retablos barrocos que ciñen el magnífico retablo mayor plenamente renacentista, todos ellos situados en el muro testero.
Otro elemento patrimonial destacable es la ermita de Santa Cruz, situada extramuros a unos 500 m al norte. Su planta rectangular y su nave única rematada en un ábside cuadrado son claramente representativos del del primer románico de La Ribera. Su ubicación en lo alto de una destacada loma le confiere una destacada entidad en el fondo del valle. Su construcción se llevó a cabo sobre una antigua necrópolis tardorromana (siglos VI-VI), cuya sacralización y pervivencia como cementerio a lo largo de la Edad Media está indicando el alto valor simbólico de este lugar para la comunidad.
Restaurado a finales del siglo XX, el Humilladero preside la entrada del pueblo por el sur. Sus cuatro lados son diáfanos y soportan una cubierta a cuatro aguas. Se observa en la cruz que posee dos estilos: la columna y el capitel corintio serían plenamente renacentistas (siglo XVI), mientras que la propia cruz y las representaciones de Cristo y la Virgen son posteriores, posiblemente ya del siglo XVII o quizás de principios del XVIII. En la cara norte del pedestal aparece graba la fecha de 1594 que está indicando la construcción y consagración de este templete.
En la Plaza mayor se conserva un magnífico soportal, cuya función original fue la de servir como lugar de mercado. Su construcción podría remontarse al siglo XVI y desde entonces ha desempeñado un papel muy importante en la organización de la vida de los vecinos. En el extremo del soportal que da a la plaza se conserva una gran columna de tambores cilíndricos de piedra, con un poyo para sentarse en su tramo inferior, y que en la actualidad ha perdido un cincho o collar de hierro que formaba parte del instrumento empleado para la aplicación de la pena mediante garrote.
El pueblo posee otros dos cruceros dignos de destacar. Ambos se encuentran a las afueras del pueblo, uno al oeste y otro al este. El primero es más sencillo, una simple cruz y un Cristo apenas labrado, instado sobre una sencilla plataforma escalonada a finales del siglo XVI, tal como se puede deducir de la fecha graba en la base de la columna. El segundo es más monumental y está mejor elaborado, mostrando una representación doble de Cristo crucificado y la Virgen y fue mandado construir en el 1670 por un devoto matrimonio.
Finalmente cabe mencionar el Cerro del Castrejón como uno de los elementos patrimoniales más destacados de Valdezate. Se trata del principal referente paisajístico del municipio y su importancia histórica radica en su pertenencia a la red de atalayas levantadas en este sector meridional del valle del Duero con motivo de la configuración de Haza como poder territorial en esta zona a partir de los inicios del siglo X. su valor estratégico es indudable, al dominar visualmente un amplísimo territorio en todas las direcciones. Gracias a las investigaciones arqueológicas realizadas, se sabe que esta torre fue asediada y destruida en la campaña llevada a cabo por Abderraman III en este sector del valle del Duero en el verano del año 939, tras la Batalla de Simancas.