Viaje al pasado: una historia de esplendor, decadencia y recuperación
Entre los siglos VI y IX, coincidiendo con el final del imperio romano y los inicios de Edad Media, surge esta villa fortificada en lo alto de una lengua del páramo, dominando un amplísimo territorio en todas las direcciones. Su cometido era el de proteger el poblado que se localizaba a los pies del cerro, en las tierras fértiles del valle del Riaza.
Desde comienzos del siglo noveno formó parte de las denominadas fortalezas de frontera del naciente condado de Castilla, que fueron víctima de los habituales ataques sorpresa (razias) de los ejércitos musulmanes. Tras la conquista cristiana de Toledo en el año 1085, la frontera se expandió hacia el sur, lo que permitió la reorganización de estos territorios fronterizos que pasaron a organizarse en comunidades de villa y tierra, liderando Haza una de las más importantes de este sector.
Aún hoy es posible valorar el significado estratégico de la villa si nos aceramos a los a los miradores que se abren al sur y al oeste del núcleo urbano.
Rodeada por una magnifica muralla, que se conserva en gran parte, fue construida sobre una cerca anterior de los siglos X u XI, si bien los restos que se observan en la actualidad corresponde a las profundas reformas llevadas a cabo entre los siglos XIV y XV.
Esta histórica villa cuenta con una serie de elementos dignos de ver y explorar. Entre ellos el castillo, sobre todo su torre del homenaje que es visitable y nos da conocer en su interior la historia del castillo y de la villa. Esta fortaleza, a lo largo de su dilata historia, pertenció a insignes personajes de la nobleza castellana, destacando entre todos ellos el infante don Juan Manuel, conocido por ser el autor del clásico de la literatura medieval española El Conde Lucanor.
Otro elemento destacable en relación con la muralla es la iglesia de San Miguel, que se inserta dentro de ella, reforzando su flanco suroriental. Es un edificio de estilo románico levantado avanzado el siglo XII o en los inicios del siglo XIII, que está dedicada a san Miguel, exponente en el imaginario cristiano de la lucha contra el Mal, una advocación que encaja claramente con el carácter militar y guerrero de la sociedad del momento. Su elemento más destacado y de mayor interés son las doce tablas hispanoflamencas del retablo mayor que se encuentra en su interior.
De épocas posteriores resalta la ermita de Santa Juana. Construida en el siglo XVIII rememora a Juana de Haza, madre de Santo Domingo de Guzmán, fundador de la orden de los Predicadores (Dominicos).
En la ladera que da acceso al pueblo se dispersan numerosas bodegas, dando lugar a un barrio ordenado en varios niveles; sus entradas se abren al norte manteniendo la orientación necesaria para la conservación del vino. Salpicados entre las anteriores se encuentran los lagares, tanto construidos exentos, como subterráneos (manteniendo el modelo de las bodegas excavadas).
En el páramo de se conservan los restos de una torre, único testigo de una aldea medieval fundada posiblemente en el siglo XI y desaparecida en el siglo XVIII; esta pared bien pudo pertenecer a una atalaya o la torre de la antigua iglesia, que muy posiblemente también operó como punto de observación y control.
Por último, cabe destacar El Pozarón, un manantial compartido como abrevadero por todos los ganados de las gentes de la Comunidad de Villa y Tierra de Haza. Su nombre deriva de la divinidad romana Airón, una deidad que sacraliza las profundidades y que con toda seguridad pone de manifiesto el carácter simbólico de esta fuente desde épocas remotas.